Al morir Joaquín Monegro, entre sus papeles se encontró una especie de Memoria de la sombría pasión que le hubo devorado completamente en vida. Entremezclándose en este relato fragmentos tomados de esa confesión «Así la rotuló, y que vienen a ser al modo de comentario que se hacía Joaquín a sí mismo de su propia dolencia.» Esos fragmentos van entrecomillados. La Confesión iba dirigida a su hija.